Quantcast
Channel: Mediterráneo Antiguo
Viewing all articles
Browse latest Browse all 269

Entrevista con Juan Antonio Belmonte: "nuestro calendario gregoriano actual y el cómputo de tiempo en 24 horas proceden de Egipto"

$
0
0
Desde los albores de la Humanidad, el hombre ha mirado al cielo con el ansia de encontrar respuestas a cuestiones que afectaban directamente a su existencia. La observación de los astros, de sus movimientos en la bóveda celeste y de los ciclos temporales, permitieron al ser humano ir controlando aspectos esenciales para su vida cotidiana, como la llegada de las estaciones, la crecida de los ríos o, incluso, la predicción de ciertos fenónemos meteorológicos. El estudio del conocimiento que las civilizaciones antiguas tenían de los cielos es una disciplina apasionante y tremendamente complicada. Por ello, Mediterráneo Antiguo ha acudido a una de las fuentes más autorizadas en la materia, Juan Antonio Belmonte, licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad de Barcelona (1985) y Doctor en Astrofísica por la Universidad de La Laguna (1989), donde además ha cursado estudios de lengua jeroglífica egipcia. Desarrolla su labor como astrónomo en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). 

Pregunta - Arqueoastronomía, arqueotopografía y etnoastronomía ¿cómo definiría brevemente cada una de estas disciplinas?
Respuesta - La arqueoastronomía y la etnoastronomía son dos caras de la misma moneda, juntas constituyen la astronomía cultural que estudia el cómo la astronomía como elemento cultural ha formado parte de la civilización. La arqueo se ocupa de las civilizaciones desaparecidas y los restos que nos legaron, la etno estudia poblaciones aún vivas en que es posible obtener información veraz de interlocutores directos. La arqueotopografía es un término que se propuso en los años 90 para el estudio de las orientaciones de los edificios antiguos en general, pues no siempre éstas han de tener una justificación astronómica, sin embargo, el término no tuvo éxito y ha caído en desuso. 

Pregunta - Carlos Jaschek divide los conocimientos astronómicos en varios niveles ¿Cuándo comenzó el ser humano a mirar al cielo para encontrar respuestas?
Respuesta - Desde siempre. Ya en el Paleolítico es posible que nos encontremos ante las representaciones más arcaicas de constelaciones plasmadas en la bóveda celeste y de cuentas de fases lunares para controlar el tiempo. En el neolítico, la cantidad de monumentos disponibles permiten hacer estudios estadísticos que prueban, más allá de toda duda razonable, que la observación del cielo estaba entre sus referentes tanto con fines profanos como sagrados.

Pregunta - En su último libro, "Pirámides, templos y estrellas", publica sus recientes investigaciones sobre la orientación astronómica de los templos egipcios. ¿Por qué se ha fabulado tanto en relación con este tema? Me refiero a las teorías sobre la constelación de Orión, esferas piramidales y semejantes ...
Respuesta - Un problema de la arqueoastronomía es la cantidad de ruido que la envuelve -datos y resultados espurios e inútiles- de individuos de lo que en el mundo anglosajón se denomina el lunatic fringe, personajes que pululan por la disciplina haciendo especulaciones salvajes sin base científica. Cualquiera con un potente ordenador, unos rudimentos básicos de astronomía, uno de esos modernos programas de planetario y unos conocimientos de niño de escuela de la historia antigua de Egipto puede ponerse a fabular sobre supuestos arcanos escondidos de antiguas civilizaciones desaparecidas en la memoria que se habrían transmitido a través de otras culturas de las que conocemos más detalles. Ahí entran  teorías como la de la Correlación de Orión que, en principio, podríamos haber catalogado como una especulación simpática (pero no así en su desarrollo posterior donde lo especulativo raya lo espurio) u otras incluso peores cuyos fundamentos son difíciles de analizar por enrevesados.

Pregunta - Habla usted en su libro de la ceremonia del "tensado de cuerdas" ¿qué significado astronómico tenía? 
Respuesta - El tensado de la cuerda era una de las ceremonias que integraban los ritos de fundación de los templos egipcios y en ella el faraón y la diosa Seshat establecían "las cuatro esquinas" del templo, y, por tanto, su orientación. La información más antigua que poseemos sobre ella data de la Dinastía I, pero los textos son mudos. Hay que esperar al período ptolemaico para que se mencionen alguno de los objetos astronómicos que se observaban durante la ceremonia, en particular la constelación de Meskhetyu, nuestro Carro, en la Osa Mayor.


Pregunta - ¿Hubo una astronomía de estado en el Antiguo Egipto? 
Respuesta - Sí, claro. Hay que tener en cuenta que el rey era el dueño de todo en el Egipto antiguo, si alguien poseía o disfrutaba de algo era por expreso deseo suyo. Por tanto, cuando un templo se erige, es por deseo del rey y son sus "funcionarios", es de suponer que sacerdotes astrónomos o imy unut, los que se encargan de usar sus conocimientos astronómicos para orientarlo, para medir las horas de la noche para los diferentes turnos, para calcular las fechas de las fiestas, etc.

Pregunta - Occidente le atribuye un papel decisivo a Julio César en la configuración de nuestro calendario actual, pero el calendario de 365 días lo desarrollaron los egipcios ¿podría hablarnos de su origen? 
Respuesta - El calendario juliano fue una pobre adaptación del calendario civil egipcio de 365 días al enrevesado calendario de la República romana con sus meses de 28, 30 y 31 días. El calendario egipcio era mucho más regular con 12 meses de 30 días más 5 días adicionales "sobre el año" a los que los griegos llamaron epagómenos. Su origen hay que rastrearlo en el comportamiento del Nilo, de donde procedería el nombre de las tres estaciones: Inundación, Surgencia y Sequía. Sin embargo, su duración debió establecerse casi con seguridad por procedimientos astronómicos de los que los más sencillos sería la observación de un ciclo anual del sol entre dos fenómenos recurrentes como solsticios, equinoccios o, en mi opinión, el paso cenital del sol por Elefantina.

Pregunta- Parece que las religiones celestes, con predominio masculino, acabaron por imponerse a los cultos terrestres, encarnados en la madre tierra ¿cree que esto tiene que ver con que el cielo nos da más información que el suelo sobre aspectos clave como la navegación, la meteorología o los ciclos temporales? 
Respuesta - Esto sigue siendo una opinión. Yo creo que nunca estuvieron separados y que hacer esa dicotomía es inapropiado. La creación de un calendario suele regirse por fenómenos celestes, pero sirve para explotar adecuadamente los recursos agropecuarios, por tanto, no tiene sentido separarlos. En Egipto, por ejemplo, no hay la más mínima evidencia de esa dicotomía.

Pregunta - ¿En qué medida están unidos el tiempo profano y el tiempo sagrado, de los que nos habla Mircea Eliade 
Respuesta - Es imposible concebir el uno sin el otro hasta la llegada de la revolución científica en el Renacimiento. Aun hoy día, hay culturas, como la islámica, en la que el uno y el otro están indisolublemente unidos pues el Islam es religión, sociedad y estado, todo en uno. Esto, en el pasado, es mucho más frecuente de lo que se cree y las horas no solo marcaban el momento de hacer determinadas actividades, sino también los rezos  apropiados para cada circunstancia. Yo te diría que incluso hoy en día, en sociedades altamente laicizadas como la nuestra, ambos tiempos no son siempre fáciles de separar.

Pregunta - ¿Y el tiempo astronómico y el meteorológico? 
Respuesta - Hace algunos años tuve la suerte de vivir una experiencia maravillosa haciendo un trabajo de etnoastronomía entre el campesinado del Archipiélago Canario, publicado luego junto a Margarita Sanz de Lara en "El Cielo de los Magos". En él se demostraba que para el campesinado no había diferencia entre la meteorología y
la astronomía y que ambas marcaban los tiempos conjuntamente de manera indeleble. Tan importante era que el Teide se cubriese con "una manta" como que la Estrella del Agua surgiese en el momento oportuno en el lugar idóneo como anticipo de las lluvias que estaban por venir. Esto no es nada nuevo, los "Trabajos y los Días" de Hesíodo bebía de una tradición similar ocho siglos antes de nuestra era.

Pregunta - ¿Cómo acaba asociándose la astronomía a la adivinación para dar lugar al zodiaco? 
Respuesta - La astronomía siempre tuvo un carácter predictivo. Los ciclos regulares de los cuerpos celestes eran certeros y permitían encontrar una sincronía en los cielos. Solo era cuestión de tiempo que esos patrones de regularidad y ese carácter predictivo acabaran combinándose con  ideas de magia simpática para ser aplicados a actividades o comportamientos, como el humano, que nada tenían que ver con los cielos. El zodiaco, en origen, no fue más que un grupo de 18 constelaciones por las que se desplazaba la luna para luego convertirse en un patrón de signos por los que se desplazaba el sol. Como los planetas se desplazaban sobre ese tapiz y sus movimientos "explicaban" las veleidades de los dioses, el nacimiento de la astrología resultaba natural. Todos los grandes astrónomos, hasta Galileo, el primero en entender las relaciones de causa-efecto, fueron también grandes astrólogos, no hay que avergonzarse de ello. Hoy en día, sin embargo, la astrología ha quedado reducida a un corpus de creencias que se cree científico porque usa calculos matemáticos sencillos o sofisticados programas de ordenador. Ha acabado convirtiéndose en mera horoscopia y sus practicantes en horoscopistas. Creo que sería hora de reivindicar nuestro viejo titulo de astrólogos (véase sino biólogo, enólogo o psicólogo), aunque, desafortunadamente, es posiblemente una batalla perdida.


Pregunta - A parte del sol y la luna ¿qué otros cuerpos celestes han marcado la historia astronómica de la Antigüedad? 
Respuesta - Sin duda, si hubiese que elegir dos, yo mencionaría el planeta Venus y las Pléyades, las danzas celestes del primero y la regularidad del segundo han hecho de ellos referentes culturales de primera magnitud. Venus se ha asociado casi de manera sistemática a la fertilidad, como estrella portadora de agua. Las Pléyades han sido un referente universal como jalón para medir el tiempo desde los registros más antiguos en los templos malteses, hasta el campesinado canario o quechua en la actualidad. A estos seguirían Sirio, la estrella más brillante del cielo, el asterismo de El Carro y el resto de los planetas visibles a simpla vista: Mercurio, Marte, Júpiter y Saturno.

Pregunta - Occidente estuvo muy cerca de ser mitraico en vez de cristiano, su culto se extendió con fuerza y su icono fundamental fue el de la tauroctonía¿tiene un significado astronómico?
Respuesta - Occidente nunca pudo ser mitraico, pues su culto excluía a las mujeres, y éstas eran las que educaban a la prole. En cualquier caso, las dos religiones que competían tenían una fuerte componente astronómica. El mitraísmo rendía culto a una divinidad que controlaba los ciclos celestes, incluida la precesión, y por ello la tauroctonía es un símil de las eras, de la renovación del tiempo. El cristianismo paulino se fue solarizando cada vez más hasta el punto de convertir a Cristo en el nuevo sol de justicia que nacía en el solsticio. Su asimilación al culto imperial del Sol Invictus era cuestión de tiempo y ese derrotero marcaría su triunfo.

Pregunta - Usted es de los pocos autores españoles que ha estudiado los templos malteses¿qué opina sobre su orientación astronómica? 
Respuesta - En Malta nos encontramos con el mismo problema que en otros monumentos megalíticos, el carácter ágrafo de su cultura. Es indudable que la orientación de sus templos seguía un patrón determinado que bien pudiera ser astronómico y algunos alineamientos singulares en templos como Mnajdra o Hagar Qin sugieren que los ciclos lunisolares eran reconocidos y observados. El que ese patrón sea, sin embargo, similar al de las taulas de Menorca, 1500 años más recientes, plantea un enigma histórico difícil de resolver.

Pregunta - ¿Qué pueblo de la Antigüedad ha contribuido de una forma más determinante al conocimiento astronómico? 
Respuesta - Todos y ninguno. Si entendemos por conocimiento astronómico el que poseemos en la actualidad, no existe tal conocimiento hasta el Renacimiento europeo. Si hablamos de la astronomía como bien cultural, todos los pueblos, se encuentren donde se encuentren, desarrollaron conocimientos del cielo que les eran útiles a sus necesidades prácticas y a su interpretación simbólica del mundo. Si queremos pensar qué parte de esa herencia se ha transmitido hasta nosotros, es obvio que Egipto se lleva la palma; nuestro calendario gregoriano actual y el cómputo de tiempo en 24 horas proceden del país del Nilo. Sin embargo, otras culturas como la China o la India aun beben de sus propias raíces.

Autor
Mario Agudo Villanueva

Fotografías
Foto 1 - Juan Antonio Belmonte. Obtenida del Instituto Astrofísico de Canarias.
Foto 2 - El sol se pone en el río Nilo. Este hecho tan cotidiano está en el origen de nuestro calendario de 365 días. Autor: Mario Agudo Villanueva.
Foto 3 - Pirámide de Kefren. Autor: Mario Agudo Villanueva.
Foto 4 - Zodiaco del templo de Dendera. Museo del Louvre. Obtenida de Wikimedia Commons.
Foto 5 - Necrópolis de Qubbet el-Hawa, correspondiente a los príncipes de Elefantina. Assuán, Egipto. Autor: Mario Agudo Villenuva.
Foto 6 - Calendario Zodiacal con signos procedente de Uruk, siglo II a.C. Vorderasiatisches Museum, Berlín. Muestra un informe sobre un eclipse lunar, una representación de las Pléyades y Tauro. Cedida por el Vorderasiatisches Museum.
Foto 7 - Mitra matando al toro. Museo Británico de Londrés. Obtenida de Wikimedia Commons.
Foto 8 - Capilla lateral del templo de Mnajdra, Malta. Autor: Mario Agudo Villanueva.



Viewing all articles
Browse latest Browse all 269

Trending Articles